29.4.05

Morir de pie

Desperté empapado
de sudor y lágrimas
dormido aún de pie
y comencé a beber el aire de la casa
tan poblado de soltura
de mordiscos de humedad.
Que traigan la vida
suplicaba mi piel
pero ella no quería
y aún no se bien por qué.
y acá sigo
como un estúpido
mordiéndome los dientes
callando otra vez
por lo confuso de las palabras
que se enredan en la lengua
o en los dedos
fríos y tensos
cansados de no tocarte
de simplemente imaginarte
de morir por suplicarte
de adornarte sin motivos
en las noches olvidadas
en la cama vacía
en la sombra de mis pies.
Me duele la boca
de morder
de no besar
de callar
de no respirarte
de morir de pie.

25.4.05

Conversación incoherente

Ayer hablé con el olvido
y le pedí una tregua
y le hablé de vos.
Le comenté lo que pasaba
y que me daba miedo el mañana
pero que no podía dar el brazo a torcer.
Le supliqué que me ayudara
que por favor no se callara
porque me duele mucho el dolor.
Pero siguió con su rutina
con su silencio.
Yo quedé otra vez hablando solo
y sin hablarte a vos.
Él siguió con su trabajo
dándome la espalda
y dejó caer un suspiro
diciéndome estar ocupado
apoderándose del cuento
convirtiéndose en tu olvido
expulsándome de vos.

18.4.05

Silencio

Silencio.
Callar un no se que
dar vuelta la cara
mirar sólo a las sombras
dormir despiertos
dejar pasar el tiempo
ocultar lo que tiene que fluir
tenerme así esperando un algo
que no tendría que esperar de Contradicción
porque me dueles
pero no lo puedo evitar.
Mutismo
grito afónico en el viento
o en mi almohada.
Un sueño reiterado
un aroma que no entiendo
incertidumbre
dudas, dudas, dudas.
Es que no entiendo
para variar.

Todo esto confluye de lo mismo
declarándome perdido en el vacío
sin ganas de pelear
mas que con el frío y la humedad.

Silencio.

15.4.05

Cuando todo tiembla

Cuando todo reverdece en la calma
cuando el sol muere de ganas de llorar...
el aire se transforma en una piedra
y cae pesado contra el suelo
que se invierte y se transforma en cielo
y una hoguera crece para darle sombra al sol
para librarlo del calor
para que descanse de su esfuerzo la explosión.
Cuando el negro se apodera de mis ojos
cuando el tiempo se destiñe en mi reloj…
el viento se congela en una rama
y el agua corre río arriba
buscando una explicación
llorando una sequía
rezándole al amor
que se cruza en cada roca
que le muerde las orillas con desgano
que se pierde en remolinos y en espuma.
Cuando duelen las costillas de mi rostro
cuando el pecho del esfuerzo pierde la razón…
todo se galvaniza
y se vela una silueta en la pared
en funerales de sonrisas
que se esfuman con el humo del pasado
y por siempre brilla la conciencia
y el desgano tiembla contra la mirada de mi dios
que soy yo en mi cabeza
y ni hablar del corazón.

11.4.05

Y seguiste adelante

Y seguiste adelante. Todo a tu lado se hizo humo, al verte correr, y ya nada importó mas que tu rostro. La fuerza salía de un anhelo, que era más fuerte que vos. El río cambió su curso cuando te dispusiste a cruzarlo, por temor a ser uno más. Y el sol brilló con mas intensidad que nunca de día, y de noche la luna cambió su órbita hasta el punto en que el resplandor era todo tuyo. Y así te adueñaste de polos y hemisferios, sin tener razón del tiempo, con la mente puesta al frente, con las manos contra el pecho, apretando fuerte. Poco a poco no dejaste huellas de dolor, ni de pasado, ni de recuerdos. Y tus ojos comenzaban a perder brillo. Y los hombres que te amaban se morían, de verte crecer, del miedo de morir bajo tus pies. De sobra sabías tus alcances, pero nunca miraste tus debilidades. La arena se fue convirtiendo en vidrio con tu andar, y la lluvia decidió caer hacia arriba, quien lo creería. No debería contar todos los detalles, la promesa que le hice al viento aún sigue en pie, pues el se la llevó consigo. Pero puedo decir que cada vez dormías menos, ya no te gustaba el despertar, te gustaba mas girar, rondando los límites de tu imaginación. Pero los sueños se cansaban de la vigilia, y comenzaban a perder valor para afrontar tu seguridad. Y así, de a poco, tu imaginación se fue cercando, hasta que el cerco te apretó por la cintura, cada vez más fuerte, hasta sacarte el aire. Tus gritos realmente conmovían, pero los pocos que quedaban en la zona tenían miedo de arrimarse, no querían ser uno más. Y luchaste por soltarte, pero cuanto más peleabas, más apretaba. Y perdiste las fuerzas, y caíste contra el mar, y te dormiste en tu desmayo.
Hace poco te vi caminando nuevamente por mi barrio, pero eras pequeñita, frágil. Ya no había rastro de todo aquello que conté, más que en las marcas en tus manos. Pero el brillo de tus ojos me conmovió, tan lleno de vida, con el gesto de soñar. Y así, tímida, con miedo al mar, te cruzaste en mi camino. Y así, sin quererlo, me tuve que enamorar.

10.4.05

Hoy: fragilidades

Hoy me declaro en bancarrota
de tus ojos
de tus miedos.
Hoy sólo guardo fuerzas para el frío
que se oculta en mi nariz
me corta el aire
y me hace transpirar.
Hoy el silencio ya es costumbre
no lo tomo como excusa
sólo es una característica
de la soledad
del dolor de callar
del aburrimiento en blanco
del campo sin sembrar que hay en mi pecho
de la semilla hoy best seller
y de quien sabe que más.
Hoy no quiero publicarme
ni saberme rutinario
ni leer fragilidades
pero estoy atado a eso
para no dormir despierto
para no morir sin tiempo
para que me ayudes a despertar.

Sequía en la ausencia

La sequía arrasó con todo en la ciudad. El mar calló su estruendo de repente, ahogando un grito de terror. Nada tenía brillo. Ni el aire, ni la sangre, ni sus ojos. Todo parecía avanzar lento, con miedo, sin rumbo más que dormir eternamente. Nadie hacía nada más que mirar, sin mirar nada. La calma era agobiante, y el agobio tranquilidad. El pánico era poco para describir sus sueños. Y un terremoto tenía miedo de nacer, por temor a la represalia. Juraban soltarlo todo a los pies del árbol, al caer el ocaso. Pero las promesas se esfumaban en el aire oxidado, corroído por el silencio. La decisión jugaba a la escondida, para no escuchar blasfemias de su conciencia. Los hombres, escondidos, latían sólo por costumbre. Y una mujer… bailaba desnuda en medio de la plaza. Sin música, sin público, sin ganas de bailar. Pero ella bailaba. Su boca estaba cosida, con hilos de arena, con cuerdas de llanto. Pero de vez en cuando, cantaba. La niebla brotaba del suelo, esparciéndose como el desaliento. Los viajeros no existían en este tiempo, y la suerte invernaba en el fuego de los campos, incendiados de dolor. El cielo retenía su llanto. Una lágrima más era demasiado en este mundo. Prefería morderse los labios, aguantando el sufrimiento. El umbral de la tempestad estaba malgastado, con restos de barro seco, con hojas muertas, con viento quieto. La mujer de la plaza dejó de bailar, de golpe, y empezó a gritar, aprendiendo enseguida a dominar el sueño, y a no despertar jamás.

9.4.05

Palideciendo

Un viejito pálido, estremecido por el calor de veinte manos, no se atreve a llorar. Más allá de los puentes grises, brilla como oro la cúspide de un imperio. Con costumbres de antaño, con engaños maquillados, se jacta de su aurora, de su poder letal. Y ahora el viejo se hace agua, se les escapa entre los dedos, convertido en convicción, en aire, en plural. Las velas ocultan la oscuridad, y el fuego corta el seco del invierno. Ahora son fortunas de humedades las que se desplazan, sin rumbo fijo, nombrando tu nombre, callando tu respirar. Y se pone el sol, y él duerme en la luna. Refleja sus ojitos en el agua, pero el río se lo lleva despacito, burlándole las fuerzas, aprovechando la sequía de no poder llorar. Cuando acaba de nacer el precipicio, suelta al aire su silencio, que se va entre pensamientos, muriendo su cuerpo, naciendo su poder de nunca amar.

El grito de mi sombra

Y si me tomo un tren fantasma
que me lleve hasta la luna
escondido entre las nubes
atrapado y sin salida…
¿Se escuchará mi grito silencioso
tropezando con mi sombra?
Es el momento de cambiar
empezando por detrás
por las huellas que dejé en el barro
por el tiempo
por el desengaño.
Mirándote de entreojos
escucho y no se qué
y me caigo inconstante
y otra vez vuelvo a caer.
Es que cerrando las pestañas
aparecen cuatro luces diferentes
que se mezclan con el verde de tus ojos
que se acoplan con el viento y el callar
y me duelen las costillas
y me pega una patada la conciencia
resentida
con ganas de matar.
Y es que cuando abro la cabeza con tus piernas
salen disparadas golondrinas
que me miran de reojo
y se ríen sin cesar.
Corro con recelo hacia su meta
mirando el cielo
tropezando con mi sombra
gritando en silencio
callándome tu nombre
largándote de acá.

8.4.05

Aunque existieras

Si existieras
no me mirarías de esa forma
y de brazos cruzados
dejarías de callar.
Si existieras
me sentiría poca cosa
de saber que a tu merced me tienes
jugando al ajedrez con poca clase
desparramando las figuras por el piso
riendo de tu dulce omnipotencia
de tu forma tan tirana de ayudar.
Quizás existas
pero sería peor esa mentira
quedando mal parado tu poder
cariñosa dignidad sin juventud
que te expresas en virtud de tu plural
de la abundancia que tuviste entre tus labios
de los tontos que no existen sin tu abrazo
que sos la excusa perfecta para ser por quien sentirse mal.
Mientras tanto yo me creo mis verdades
suficientemente humildes para valerme solito
con la simple alabanza a la amistad
con los verbos desangrados del pasado
con creencia en el amor omnipresente
con el alivio de que siempre estoy acá.

5.4.05

Dos sin rumbo fijo


Ellas dos se sientan solas, cada mañana, a hojear bocetos de realidad. Como si nada pasa el tiempo, adornado con un par de comentarios sin color. Bajo el brazo, la conciencia espera impaciente su hora. Bajo los pies, la modestia, pegoteada en la suela del zapato. La ruina se asemeja en sus caras. El disparate mancha la mesa, entre gotas de café. Reflejado en el cristal del fondo, se ve una oportunidad. Una oportunidad sin nombre, sin dueño, pero con ganas de vida, con ganas de ser. Y a lo lejos… A lo lejos pasa el tiempo, sobre ruedas, apurado por llegar. Desde allá todo el acá sobra. Desde acá, todo es allá. El precipicio al ras del suelo asoma la cabeza, para ver si hoy come. Pero con ellas no se sabe. La desdicha y la desgracia pueden cambiar de rumbo sin avisar.

4.4.05

Cuadros descalzos

Una exagonía late sola en la pared.
Una grieta se lleva lo que hay.
Las ventanas se disfrazan de impaciencia.
Cuadros descalzos,
con nombre de mujer.
Cuadros descalzos,
tienen sed.
Y todo lo que fue, voló.
Y todo lo que hay, no está.
Y el tiempo se transforma en cicatriz.
Y vos sos yo, quizás.
Hoy el viento parece caer.
Hoy la luna está dispuesta a nacer.
Y en la pared ya sangra una espina.
Y en la pared susurras cosquillas.
Cuadros descalzos,
con nombre de mujer.
Cuadros descalzos,
tienen sed.