12.8.16

Bruno

Su destino era ser amado como ninguno. 
Lo llevaba en la sangre.
Las risas,
los juegos de mi mano,
los cuentos y dibujos,
los viajes y paseos.
Los días eran de colores en su mar de sueños, en su calma clara.
Los deseos ya no eran pasajeros
y sus paredes cálidas retumbaban tequieros.
Pero su gen demoledor torció el destino,
y su sangre pura como su alma
perdió el sentido y la orientación. 
Y me vi obligado a dejarlo ir,
dejando un futuro de sueños rotos,
un vientre herido y en llanto eterno,
un calvario sin tregua, 
un ocaso sin retorno, 
y un amor eterno y compartido, 
porque se fue amado como buscado,
y con él mi alma,
mi ser,
y mi felicidad.
Bruno duerme conmigo en cada tormenta,
fluye en cada lágrima, 
y ríe en cada deseo.
Será por siempre lo que no ha sido,
duerme tranquilo, mi amor perdido.