12.8.16

Caminos y parajes

El devenir extraño de la vida es impredecible.
A veces perverso, a veces gentil, nos pone a los pies servidos caminos nuevos, ya transitados por otras vidas y otros zapatos, pero a estrenar en nuestro venir por acá.
Supone desafíos constantes, rutas con curvas y desiertos rectos, con paisajes que implosionan a ambos lados, a veces destruyéndolo todo, a veces creando mundos nuevos.
La cuadra del barrio, las maderitas de mi abuelo, las uvas del parral que aún conservo en mi paladar. 
La torta de receta irrepetible que marcó mi infancia, el sueño que fui de quien tuvo que partir antes de tiempo.
Las distancias costumbre que hicieron las despedidas algo cotidiano, un hasta luego de tiempo incalculable, un ojalá te vuelva a ver en esta vida con sabor a poco probable.
Las mil margaritas deshojadas por un niño desgarbado, diminuto, que nunca pudo confesar su amor a sus tantos amores inalcanzables.
La mujer más hermosa del pueblo, de sonrisa enorme, de pelo oscuro y brillante, paseando por la calle del centro, inmutable ante la mirada romántica de un adolescente callado en la esquina de aquel banco.
Maestra de la ternura y de los juegos, reservada para niños en cuerpos de niños, en voces de niños, en tiempos de niños.
Las horas eternas jugando al fútbol en el lugar prohibido para nosotros, pero abierto para que multitudes azoten el suelo sin piedad.
Las tarden enteras mirando nada, diciendo nada, pasando las tardes esperando algo que nunca sabremos qué será.
Tantos caminos tiene la vida, impredecible, tiñendo de elige tu propia aventura un destino que está sesgado por todos los costados. 
Recuerdos imborrables y olores tan palpables que no volverán, personas que quedarán por siempre, en la distancia, tan presentes.
Momentos calados hondo como cincel de aire en molde intangible y penetrante.
Tesoros invaluables sin valor alguno para quien no sabe mirar desde mi pensar.
Tantas cosas que quedaron en caminos olvidados, en tiempos lejanos, en el sendero degastado de tanto caminar.
Y ella, que se cruza otra vez por esta senda, y sigue siendo la mujer más hermosa del pueblo, con su sonrisa mágica, con ojos más nostálgicos que entonces, pero cargados de belleza que emana de su alma bella, bella como su sonrisa mágica.