15.10.04

Ella y Él (pinares y mar)

Ella era una joven doncella soñadora de pinares celestiales colgantes del último pináculo del séptimo monte de las perdidas cumbres de Kobiarán.
Él era un simple muchacho alegre de ruborosa sonrisa y quejosas mejillas soñador de los mares y las islas de la cuenca menor del Océano Plámtico que roza las costas de Kobiarán.
Ella tenía en su torre un amplio dibujo de lo picos nevados invierno y verano de la inmensidad de las cumbres de Kobiarán.
Él sólo tenía el aroma a vainilla y sal de aquellos mares lejanos que una vez conoció en sus sueños cuando una fría noche aprendió a volar.
Ella esperaba ansiosa por conocer esas alturas la llegada de algún intrépido alado que la ayudara a llegar sin mayores esfuerzos y aún con menor voluntad.
Él un día soñando cruzó su vuelo por la torre de la bella Ella y desvió su rumbo de mares para llevar a su nueva amada a las sombras perdidas de su querido pinar.
Ella rió gritó festejó cantó y hasta al joven besó por hacerle conocer la fragancia la textura y la serenidad de la nublada flora del séptimo monte de las perdidas cumbres de Kobiarán.
Él perdió el sentido y el rumbo a los cálidos mares de blancas gaviotas de vuelo rasante que siempre soñó por quedarse atontado mirando la hermosa mirada de la dulce doncella de la torre perdida soñadora de pinares colgantes.
Ella un día decidió que sus pinos eran mas lindos en el dibujo colgado en la pared norte de la torre derruida de antaño y de tanto pesar y decidió sola la vuelta retomar.
ÉL quedó perdido en la inmensidad de una montaña ahora sombría sin brillo ni vida rodeado de miedos, gritos, silencios y ojos por demás, y no consiguió su sueño recobrar.
Ella sigue sonriente en lo alto de la torre admirando el paisaje que una vez tuvo pero nuca tendrá, anonadada en sus pensamientos y su temor a la libertad.
Él busca cada día recordar el camino a vaya uno a saber que lugar que alguna vez soñó en quien sabe que remoto paraje, y sólo logra día tras día por la ventana de la torre pasar.
Ella lo saluda sonriente.
Él... no hace mas que llorar.